LA TERCERA PALABRA
بِسْمِ اللّهِ الرَّحْمنِ الرَّحِيمِ En el nombre de Allah, el Misericordioso, el Compasivo
يَا اَيُّهَا النَّاسُ اعْبُدُوا {¡Oh gente! Adorad a vuestro Señor…} (Sura de la Vaca, 21)
Si quieres entender como la adoración es un negocio y una felicidad inmensos y como la depravación y la estupidez son una destrucción y pérdida colosales, mira y presta atención a este relato en forma de parábola:
Dos soldados recibieron la orden en una ocasión de viajar a un país lejano y fueron juntos hasta que el camino se bifurcó en dos. Y allí encontraron un hombre que les dijo: El camino de la derecha carece de perjuicio en absoluto además de que el nueve por ciento de los que lo recorren encuentran una ganancia y bienestar enormes. Pero el camino de la izquierda carece de beneficio además de que el nueve por ciento de los que lo recorren encuentran perjuicio. Y ambos son iguales de largos con una sola diferencia entre ellos: El que recorre el camino de la izquierda que carece de orden ni gobierno discurre sin equipaje ni arma y encuentra ligereza aparente y falso descanso, mientras que el que recorre el camino de la derecha que está bajo el orden militar, está obligado a llevar una bolsa completa de sustancias alimenticias de un peso de cuatro onzas y a llevar un arma reglamentaria de un peso de dos onzas con las que poder detener y vencer a cualquier enemigo.
Y después de que ambos soldados hubieran escuchado las palabras de aquel guía, el soldado feliz siguió el camino de la derecha y cargó sobre sus hombros y espalda el peso de un arrelde, pero salvó su corazón y su espíritu de miles de arreldes de pruebas y temores.
En cuanto al otro soldado, el infeliz, abandonó el ejercicio de soldado y no quiso seguir la disciplina y se fue hacia el camino de la izquierda librando su cuerpo de la carga de un único arrelde mientras que su corazón desapareció bajo los miles de arreldes de las pruebas, y su espíritu se desvaneció bajo temores ilimitados; y pasó a ser de tal forma que se convirtió en mendigo de todo el mundo y temblaba por cada cosa y por cada suceso, hasta que llegó al lugar pretendido y encontró allí la recompensa del desobediente y del fugitivo.
En cuanto al soldado que fue al camino de la derecha y conservó su equipaje y su arma y amaba el orden militar, transcurrió con tranquilidad de corazón y de conciencia sin ser puesto a prueba o temer de nadie, hasta llegar a ese país buscado y donde encontró una retribución apropiada para un soldado honesto que había cumplido su cometido con buena cara.
Así pues ¡Oh alma obstinada! Has de saber que esos dos caminantes son dos seres humanos, uno de ellos obediente a la ley divina y el otro desobediente y seguidor del deseo. Y que ese camino es el camino de la vida que viene del mundo de los espíritus, pasa por la tumba y va hacia la
Otra Vida; y que ese equipaje y esa arma son la adoración y el temor de Allah, pues en verdad la adoración aunque externamente sea pesada en su significado hay un descanso y una ligereza indescriptibles porque el adorador dice en su oración:
اَش۟هَدُ اَن۟ لَٓا اِلٰهَ اِلَّا اللّٰهُ (Atestiguo que no hay dios sino Allah), es decir: Que no hay Creador ni Proveedor excepto Él, que el daño y el beneficio están en Su mano, que Él es Sabio y no hace nada sin propósito y que Él es Compasivo, Cuyo bien y misericordia son abundantes.
Y porque él lo cree así, encuentra en cada cosa una puerta del tesoro de una misericordia y llama a esa puerta con la súplica, y ve cada cosa sometida a su Señor y se refugia en su Señor y se apoya en Él poniendo su confianza en Él, de manera que se salvaguarda frente a todo infortunio y su fe le da una protección completa.
En efecto: La fuente de la audacia, como la de todas las buenas obras verdaderas también, es la fe y la servidumbre (la adoración); y la fuente de la cobardía, como la de todas las malas acciones, es el extravío. En efecto: Un adorador de corazón iluminado, si el globo terráqueo se convirtiera en una bomba y explotara, cabría la posibilidad de que no le asustara sino que contemplara con grata perplejidad un poder sempiterno extraordinario. Sin embargo un filósofo descarriado sin corazón con un pretendido intelecto iluminado, si contemplara en el cielo una estrella fugaz temblaría sobre la Tierra y diría: ¡Cuán asombroso! ¿Cómo es que no choca esta estrella alocada con nuestra Tierra? Y caería en imaginaciones.
Y de hecho ocurrió en una ocasión que los americanos entraron en pánico cuando una estrella similar apareció en el cielo y muchos de ellos abandonaron sus casas en plena noche… En efecto: El ser humano está necesitado de cosas sin fin, a pesar de que su capital es casi inexistente, y está expuesto a adversidades sin fin, a pesar de que su capacidad es casi inexistente, hasta el punto de que el círculo de su capacidad y su capital es en la medida de lo que alcanza su mano mientras que el círculo de sus esperanzas y peticiones, sus sufrimientos y sus pruebas es tan extenso como hasta donde alcanza su vista y llega su imaginación, de manera que quien no está ciego del todo ve y percibe que la adoración, el confiar en Allah, el reconocimiento de Su unicidad y el someterse, son una enorme ganancia, felicidad y bendición para el espíritu del ser humano incapaz y débil y necesitado hasta este extremo.
Y es sabido que el camino en el que no hay perjuicio es preferible al camino en el que hay perjuicio aunque sea en una probabilidad de uno entre diez, pero el caso es que el camino de la adoración, que es el que nos interesa, además de que carece de perjuicio contiene el tesoro de una felicidad eterna en una probabilidad de diez entre diez. En cuanto al camino de la depravación y la estupidez, aunque carezca de beneficio, lo cual reconoce también incluso el descarriado, contiene el peligro de la desgracia eterna en nueve probabilidades de entre diez; y ello está demostrado en el grado de unanimidad y transmisión continuada por el testimonio de un número ilimitado de gente especializada y de testimonio y de verificadores de las informaciones de la gente de saboreo y develación.
El resultado es que la felicidad de este mundo, como la del otro también, está en la adoración y el servicio a Allah. Y si es así, digamos siempre: اَلْحَمْدُ لِلّٰهِ عَلَى الطَّاعَةِ وَالتَّوْفِيقِ La alabanza pertenece a Allah por la obediencia y por hacernos propicio (el camino) y agradezcamos a Allah por el hecho de ser musulmanes.