Dördüncü Söz/es: Revizyonlar arasındaki fark
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بِسْمِ اللّٰهِ الرَّحْمٰنِ الرَّحِيمِ | بِسْمِ اللّٰهِ الرَّحْمٰنِ الرَّحِيمِ |
17.02, 16 Kasım 2023 tarihindeki hâli
LA CUARTA PALABRA
بِسْمِ اللّٰهِ الرَّحْمٰنِ الرَّحِيمِ
اَلصَّلَاةُ عِمَادُ الدّٖينِ
Si quieres entender definitivamente al nivel de que dos y dos son cuatro, que la oración es una acción valiosa e importante, y que es algo barato que produce ganancia con un desembolso pequeño y que el que la deja es un loco y un perdedor, mira este relato en forma de parábola y ve:
En una ocasión un gran gobernante dio veinticuatro dinares de oro a cada uno de sus dos sirvientes y los mandó residir en una buena hacienda privada suya a la distancia de dos meses con las siguientes instrucciones: Gastad este dinero para los gastos del camino y el billete del viaje y comprad con él algunas cosas necesarias para vuestra residencia allí; y a la distancia de un día hay una estación en la que hay un coche, un barco, un tren y un avión en los que se puede montar dependiendo del capital.
Y una vez que ambos servidores hubieron recibido la instrucción partieron. Uno de ellos era afortunado y dispuso de una cantidad del dinero en el camino hacia a la estación pero de ese gasto obtuvo un buen negocio que su señor aprobó y su capital ascendió de uno a mil.
El otro sirviente era infortunado y casquivano y por ello dispuso en el camino hacia la estación de veintitrés dinares y los empleó en el juego de azar y cosas similares y los perdió quedándole un dinar. Y dijo su compañero: Usa este dinar que te queda para el billete del viaje para que no tengas que ir andando y hambriento por este largo camino; además nuestro señor es generoso y tal vez se apiade y perdone tu falta y te lleve en avión también, de manera que en un solo día puedas llegar al lugar de tu residencia, pues de lo contrario te verás forzado a ir tú solo hambriento y caminando por el desierto recorriendo una distancia de dos meses.
Pero este hombre se obstinó y no gastó el dinar que le quedaba en el billete para el viaje que equivalía a la llave de un tesoro, sino que lo gastó estúpidamente en un placer transitorio. ¿Acaso no entiende incluso uno que carezca de intelecto que era un desgraciado, perdedor e idiota al máximo?
Así pues ¡Oh tú que no haces la oración! ¡Oh alma mía que no disfrutas de la oración!
Ese gobernante es nuestro Señor y nuestro Creador, los dos sirvientes viajeros, uno de ellos es el que practica y cumple la oración con anhelo y el otro es el hombre descuidado que no hace la oración. Los veinticuatro dinares son las veinticuatro horas que tiene cada día, la hacienda privada es el Jardín y la estación es la tumba. Y ese viaje es el viaje del ser humano que va hacia la tumba, el resurgimiento y la eternidad y cruzan ese largo camino en grados diversos según la fuerza del temor de Allah. De manera que una parte de la gente de temor de Allah cruza el camino de mil años en un día, como un relámpago, y una parte de ellos cruza la distancia de cincuenta mil años en un día como una imaginación. Y el Corán de enorme transcendencia indica esta verdad en dos aleyas suyas. Y en verdad ese billete es la oración y una sola hora es suficiente para cinco oraciones, incluida la ablución.
Así pues, ¡cómo pierde y es injusto consigo mismo y se mueve contrariamente al intelecto quien gasta veintitrés horas para esta vida mundanal corta y no gasta una sola hora para esa vida eterna larga! Eso es porque el intelecto si admite que un hombre entregue la mitad de su riqueza en un juego de azar en el que participan mil personas a pesar de que la probabilidad de ganar es una entre mil pero luego no entregue una de las veinticuatro partes de su riqueza para un tesoro eterno cuya ganancia está confirmada en una probabilidad del noventa y nueve por cien. ¿Acaso no percibe quien se considera a sí mismo inteligente cuán contrario es al intelecto y la sabiduría y cuán lejos queda del intelecto?
Considerando que en la oración hay un enorme descanso para el espíritu, el corazón y el intelecto, que no es nada pesada para el cuerpo y que el resto de las acciones mundanales y permitidas del que reza equivalen a la adoración con una buena intención, de manera que puede poseer todo el capital de su vida para la Otra Vida de este modo y hacer que su vida efímera sea permanente en un sentido.