LA NOVENA PALABRA

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    18.55, 28 Kasım 2023 tarihinde Said (mesaj | katkılar) tarafından oluşturulmuş 41243 numaralı sürüm

    LA NOVENA PALABRA

    بِسْمِ اللّٰهِ الرَّحْمٰنِ الرَّحِيمِ
    

    En el nombre de Allah, el Misericordioso, el Compasivo

    فَسُبْحَانَ اللّٰهِ ح۪ينَ تُمْسُونَ وَح۪ينَ تُصْبِحُونَ ❀ وَلَهُ الْحَمْدُ فِي السَّمٰوَاتِ وَالْاَرْضِ وَعَشِيًّا وَح۪ينَ تُظْهِرُونَ

    Y gloria a Allah cuando entráis en la noche y cuando entráis en la mañana, Suya es la alabanza en los cielos y en la Tierra, y (glorificado sea) por la tarde y cuando entráis en el mediodía.} (Sura de los Romanos, 17,18

    ¡Hermano! Me has preguntado acerca de la sabiduría que hay en haber fijado la oración en estos cinco tiempos determinados y vamos a indicar una sola de las muchas sabidurías que encierra.

    En efecto: El tiempo de cada oración es el principio de una transición importante al igual que es un espejo de la grandiosa disposición divina y un reflejo de las bondades universales divinas que hay en esa disposición. Y a partir de aquí se ha hecho preceptiva la oración, que es expresión de glorificación y engrandecimiento del Poderoso, Dueño de majestad, en esos momentos más que en los demás, y como expresión del agradecimiento y la alabanza en correspondencia a todas Sus bendiciones que no tienen límite y que se reúnen entre dos momentos. Y para entender algo este significado sutil y profundo es necesario prestar atención conmigo mismo a cinco puntos sutiles.

    El primer punto: El significado de la oración es la glorificación, el engrandecimiento y el agradecimiento a Allah, sea ensalzado mediante declarar Su santidad (Su estar más allá de imperfección o de cualquier atributo de lo creado). El glorificarlo se manifiesta por medio de decir ante Su majestad, de palabra y de hecho: “Gloria a Allah”, el engrandecerlo se manifiesta por medio de decir, ante Su perfección, sea ensalzado, de palabra y obra: “Allah es más Grande” y el agradecerle se manifiesta por medio de decir, ante Su belleza, sea ensalzado, de corazón, lengua y cuerpo: “La alabanza pertenece a Allah”.

    De manera que la glorificación (decir: ¡Gloria a Allah!), el engrandecimiento (decir: Allah es más Grande) y la alabanza (decir: La alabanza pertenece a Allah), equivalen al núcleo de la oración. Y por ello existen estas tres cosas en los movimientos de la oración y en las invocaciones que se dicen en ella en cada una de sus partes. Y entra en ello también el hecho de que estas tres invocaciones benditas se repitan treinta y tres veces después de cada oración como énfasis y fortalecimiento del significado de la oración, de manera que se afirma el significado de la oración con estas tres locuciones concentradas.

    El punto segundo: El significado de la adoración es que el siervo vea su deficiencia, su incapacidad y su pobreza (su dependencia y necesidad) en Su puerta, sea ensalzado, de manera que se postre con admiración y amor ante la perfección del Señorío, el Poder sempiterno y la Misericordia divina.

    Es decir: El dominio del Señorío al igual que implica la servidumbre y la obediencia, la santidad (el hecho de estar libre de imperfección) del Señorío y su pureza, implica también que el siervo vea su propia deficiencia y proclame por medio de pedir perdón y de glorificar diciendo: ¡Subḥanallah! (Glorificado sea Allah) que su Señor es Puro y está Libre de toda imperfección y está más allá y por encima de los pensamientos falsos de la gente del extravío y está por encima y exento, en Su pureza, de todas las deficiencias de los seres creados.

    Y así la perfección del poder del Señorío implica también que el siervo diga al ver su debilidad y la incapacidad de los seres creados: ¡ Allahu Akbar ¡ (Allah es más Grande), en medio de la aprobación y la admiración, ante la grandeza de los efectos del poder sempiterno y caiga hacia el ruku’ (la inclinación dentro de la oración) y se refugie en Él y se confíe en Él.

    Y así el almacén de la misericordia divina que es infinita implica también que el siervo muestre con la lengua de la petición y la súplica su necesidad y la pobreza de todas las cosas creadas y sus necesidades y que proclame el bien de su Señor y Sus favores por medio del agradecimiento y el elogio y por medio de decir: al-Ḥamdulillah (la alabanza pertenece a Allah).

    De manera que los actos de la oración y lo que se dice en ella encierran estos significados y ha sido instituida por estos significados por parte de Allah, sea ensalzado.

    El punto tercero: Al igual que el ser humano es un ejemplo pequeño de este gran mundo y la noble sura al-Fatiḥa (la que abre el Libro) es un ejemplo luminoso de este Corán grandioso, la oración también es un sumario luminoso que contiene todos los actos de adoración y un mapa sagrado que indica la variedad de los actos de adoración de todos los géneros de seres creados.

    El punto cuarto: Al igual que las manecillas de un reloj semanal que cuentan los segundos, los minutos, las horas y sus días se miran unas a otras, son unas modelo de las otras y adoptan unas el criterio de otras, del mismo modo la sucesión del noche y el día, que es como un segundo del mundo de aquí, el cual es un gran reloj de Allah, sea ensalzado, y los años que cuentan los minutos, las etapas de la vida del ser humano que cuentan las horas y las fases de la vida del mundo que cuentan los días, se miran unos a otros y unos son modelos de los otros, unos equivalen a los otros y unos recuerdan a las otros.

    Así pues, el tiempo de al-faŷr (la aurora), por ejemplo, hasta la salida del sol se parece al tiempo del principio de la primavera, los tiempos en los que es concebido el ser humano en la matriz de la madre y el primer día de los seis días de la creación de los cielos y de la Tierra; y los recuerda y recuerda los asuntos divinos que hay en ellos.

    El tiempo de aḍh-ḍhuhr (el mediodía), se parece e indica el centro de la estación del verano, el tiempo de la plenitud de la juventud y el ciclo de la creación del ser humano en la edad de este mundo; y hace recordar las manifestaciones de la misericordia y las emanaciones de la bendición que hay en todo ello.

    El tiempo de al-‘aṣr (la tarde) se parece a la estación del otoño, al momento de la vejez y a la época de la felicidad, que es la época del sello de los Mensajeros, Muḥammad, sea con él la gracia y la paz, y recuerda lo que hay en todo ello en cuanto a asuntos divinos y dones del Misericordioso.

    El tiempo de al-maghrib (la puesta del sol), recuerda el ocaso de la mayor parte de las cosas creadas y su desaparición al final del otoño y recuerda también la muerte del ser humano y la devastación de este mundo cuando tenga lugar la Hora; y a pesar de ello enseña las manifestaciones de la majestad de Allah y despierta al ser humano del sueño de la inadvertencia y le avisa.

    El tiempo de al-‘ishá (el advenimiento de la noche) recuerda que el mundo de la oscuridad cubre los vestigios del mundo del día con su negra mortaja y cómo el invierno cubre con su blanca mortaja la faz de la Tierra que ha muerto y la extinción del resto de los vestigios del ser humano que murió y su caída bajo el velo del olvido también. Y el cierre de este mundo desde su raíz, que es la morada de la prueba, anuncia las disposiciones de la majestad divina del Dominante, Dueño de majestad.

    En cuanto al tiempo de la noche, éste recuerda al hombre el alcance de la necesidad del espíritu de ser humano de la misericordia del Misericordioso haciéndole entender el invierno, la tumba y el mundo del tránsito intermedio. En cuanto al tahaŷŷūd (las oraciones en el seno de la noche) despierta y enseña el alcance que tiene que éste tahaŷŷud sea una luz imprescindible en la noche de la tumba y en la oscuridad del tránsito intermedio, y hace saber por medio de recordar las bendiciones sin límite del Benefactor Verdadero, en todos estos cambios, el alcance de la alabanza y el ensalzamiento que Él, sea ensalzado, merece.

    En cuanto a la segunda mañana, recuerda la mañana de la Reunión. En efecto: Al igual que la venida de la mañana que sigue a esta noche y la venida de la primavera que sigue a este invierno es lógica, necesaria y categórica, la vendida de la mañana del Día de la Reunión (el Día de la Resurección) y la primavera del mundo intermedio son igualmente categóricos y ciertos.

    Así pues, cada uno de estos cinco momentos supone el principio de una transformación importante y trae a la mente grandes transformaciones y recuerda, por medio de la indicación de grandes disposiciones diarias del poder sempiterno, prodigios del poder y guías de la misericordia anuales, de una época y de un tiempo. De manera que el precepto de la oración que es la raíz de la tarea de la condición natural y el fundamento de la adoración y la deuda obligada, es más apropiado y más conveniente en estos momentos.

    El quinto punto: El ser humano, por naturaleza, es débil al máximo a pesar de que todo le afecta, le influye y le causa dolor, y es incapaz al máximo, a pesar de que sus pruebas y sus enemigos son muchos, y es pobre al máximo, a pesar de que sus necesidades son muchas, y es perezoso e impotente a pesar de que las responsabilidades de la vida son pesadas al máximo y de que la condición humana lo ha hecho tener una relación con todos los seres del universo; a pesar de que la desaparición de las cosas que ama y con las que se siente en confianza y tener que separarse de ellas le provoca un sufrimiento prolongado, y de que el intelecto le muestra propósitos elevados y frutos permanentes aunque su mano es corta, su vida es corta, su capacidad es corta y su paciencia es corta.

    De manera que el espíritu del ser humano en esta situación (en el momento de al-Faŷr-la aurora-) es cuando más necesitado está de llamar- por medio de la súplica y la oración-en la puerta del Poderoso, Dueño de majestad y en la puerta del Compasivo, Dueño de belleza, exponiendo su situación ante Él y pidiendo el éxito y la ayuda de Él, sea glorificado. Y cuán fuerte es la necesidad de ese espíritu de un punto de apoyo para soportar las acciones que han de presentarse ante él y las tareas que habrá de cargar sobre sus espaldas en el mundo del día que viene a continuación. ¿Acaso no se entiende esto obviamente?

    Y ese tiempo que hay en el momento de aḍh-Ḍhuhr, que es el momento de la plenitud del día, el momento en el que el día empieza a declinar, el momento de la culminación de los asuntos diario, el tiempo de descansar momentáneamente del agobio de las ocupaciones y el momento en que el espíritu siente la necesidad de aliviarse de la inconsciencia y la inadvertencia que provoca este mundo efímero y provocan los asuntos pesados y no permanentes, así como un momento en el que se manifiestan los dones divinos.

    De manera que el espíritu del ser humano se salva de ese agobio y se libra de esa inadvertencia, y sale de esos asuntos que carecen de significado y de permanencia y va a la puerta del Benefactor Verdadero, el Sustentador (que todo lo mantiene), el Permanente, juntando sus manos; de manera que así agradece y alaba por todas Sus bendiciones y busca ayuda en Él y muestra su incapacidad inclinándose ante Su majestad y Su grandeza, y se postra ante Su perfección que no decae*(*[1]) y Su belleza que no tiene par, y anuncia su admiración y su amor y su extinción. De manera que esta es la oración de aḍh-Ḍhuhr, y el ser humano que no comprende el alcance de la bondad de su realización, el alcance de su dulzura y la medida de su necesidad y conveniencia, no es un ser humano.

    Y en verdad ese momento que hay en el tiempo de al-‘Aṣr (la tarde) recuerda y trae a la mente la estación triste del otoño, la situación triste de la vejez y la estación dolorosa del fin del tiempo, y es el tiempo de quedar libre de los asuntos del día y el tiempo de dar forma a un conjunto enorme de bendiciones divinas como la salud, la seguridad y los trabajos benéficos de los que se convierte en una manifestación suya, así como un tiempo de anunciar que el ser humano es un empleado viajero y que cada cosa es temporal y no es estable; y ello por la indicación de la inclinación de ese sol enorme hacia el ocaso.

    Así pues, ahora, el espíritu del ser humano, que busca la eternidad y ha sido creado para la eternidad, y adora en correspondencia con el bien que se le hace y se duele por la separación, se dispone a hacer ablución y expone la confidencia en la puerta sempiterna del Eterno anterior al tiempo, el Permanente y el Sostenedor Sempiterno, para realizar la oración de al-Aṣr en este momento de la tarde, y se refugia en el favor de Su misericordia, que no desaparece ni tiene fin, y agradece y alaba por Sus bendiciones que no se pueden contar y cae en reverencia al realizar el ruku’, humillándose ante la supremacía de Su señorío, y se postra aniquilado ante el carácter sempiterno de Su divinidad; de manera que encuentra un consuelo verdadero y un descanso de espíritu y se convierte en alguien que se ciñe el cinturón de la servidumbre en la presencia de Su grandeza, sea ensalzado. Así pues, esta es la oración de al-‘Aṣr. De manera que quien es un ser humano comprende la tarea tan elevada que es cumplir con tal oración, el trabajo tan apropiado y la deuda natural tan en su sitio, y aún más qué gran triunfo de obtener una felicidad tan buena.

    Y en verdad ese tiempo que hay en el momento de al-Maghrib, es un tiempo que recuerda el tiempo del ocaso de las criaturas sutiles y hermosas de entre las criaturas del mundo del verano, y el otoño en su triste despedida en los prolegómenos del invierno. Y así trae a la mente el tiempo de la entrada del ser humano en la tumba y su separación de todos sus seres queridos al morir en medio de una separación dolorosa. Y así trae a la mente el tiempo del viaje de todos los moradores de este mundo hacia los mundos de la Otra Vida y la extinción de la lámpara de esta morada de la prueba con la defunción de este mundo en medio de los temblores de las agonías de la muerte y hace despertar con fuerza a los adoradores de las cosas que se aman cuando éstas llegan a su ocaso.

    De manera que el espíritu del ser humano, que es un espejo que anhela por naturaleza una belleza permanente, vuelve su rostro en un tiempo como éste, gracias a la oración de al-Maghrib, hacia el trono de la grandeza de Aquel Anterior al tiempo que no ha dejado de ser y el Permanente que no desaparecerá, El que produce estos asuntos inmensos y dirige estos mundos colosales, y dice por encima de estas cosas efímeras: Allahu Akbar (Allah es más Grande), y suelta su mano de ellas y las ata al servicio de su Amo Verdadero, de manera que se levanta en la presencia del Continuo, el Permanente, y alaba y ensalza diciendo las palabras: al-Ḥamdulillah (La alabanza pertenece a Allah) ante Su perfección que no tiene deficiencia, Su belleza que no tiene parangón y Su misericordia que no tiene fin, y expone la servidumbre y la petición de ayuda diciendo las palabras: {Iyyaka na’budu wa iyyaka nasta’in} (Sólo a Ti Te adoramos, sólo en Ti buscamos ayuda), ante Su señorío que no tiene ayudante, Su divinidad que no tiene copartícipe y Su autoridad que no tiene ministro.

    Y entonces cae en reverencia (en el ruku’) ante Su grandeza que no tiene fin, Su poder que no tiene límite y Su supremacía que no tiene incapacidad, y dice mostrando su debilidad, su incapacidad, su pobreza y su humillación, junto con todos los seres del universo: {Subḥana rabbiyal-‘aḍhim} (¡Gloria a mi Señor, el Inmenso!), de manera que glorifica a su Señor el Inmenso. Luego se postra ante la belleza de Su esencia que no desaparece, Sus atributos purísimos que no cambian y la perfección de Su condición sempiterna que no cambia, y proclama su amor y su servidumbre dejando lo que no es Él entre admiración y aniquilación, y así encuentra un Bello, Permanente, Compasivo, Sempiterno en lugar de todas las cosas efímeras y proclama la absoluta pureza de su Señor Altísimo, Aquel que está más allá de la desaparición y Aquel que está libre de la deficiencia, por medio de decir las palabras: {Subḥana rabbiyal-‘ala} (¡Gloria a mi Señor, el más Alto!).

    Luego, sentado, realiza el tashahhud (el testimonio) y ofrece en su nombre los saludos benditos de todos los seres creados y sus oraciones buenas a ese Bello que nunca ha dejado de ser y ese Majestuoso que nunca dejará de ser, y renueva su compromiso de fidelidad a Su más noble Mensajero y manifiesta su obediencia a sus órdenes por medio de darle el saludo y da testimonio del orden sabio de este palacio del universo y da testimonio de la unicidad del Hacedor,

    Dueño de majestad, y da testimonio del mensaje de Muḥammad, el árabe, al que Allah le dé Su gracia y paz, que es el guía del dominio del Señorío, el que hace llegar las cosas que Le complacen y el intérprete de los signos del libro del universo; y ello para iluminar su fe con su renovación. Y esta es la oración de al-Maghrib (la puesta del sol). De manera que quien no comprende que su realización es una tarea sutil y limpia, un servicio insuperable y dulce, una adoración buena y bella, una verdad seria, una compañía permanente y una felicidad continua en esta hospedería efímera, ¿cómo puede ser considerado un ser humano?

    Y en verdad ese momento que hay en el tiempo de al-‘Ishá (la oración de la noche) cuando se ocultan el resto de los vestigios del día que aún permanecían en el horizonte y el mundo de la noche cubre a los seres existentes, es el tiempo que hace recordar las disposiciones divinas del Todopoderoso, Dueño de majestad, que hace girar la noche y el día en Su pasar de esa página blanca a esa página negra, junto con las diligencias divinas del Sabio, Dueño de perfección, El que ha sometido al sol y a la luna en Su pasar la página del verano engalanada y verde a la página del invierno fría y blanca; y hace recordar los asuntos divinos del Creador de la muerte y la vida, en el pasar del resto de los vestigios de la gente de las tumbas también hacia otro mundo totalmente por su desconexión de esta vida del mundo con el paso del tiempo. Y así recuerda y trae a la mente las disposiciones relativas a la majestad divina y las manifestaciones relativas a la belleza divina del Creador de la Tierra y de los cielos, en la revelación del mundo de la Otra Vida, permanente, grandioso y vastísimo, al ser devastado completamente este mundo perecedero, insignificante y estrecho y morir con sus enormes agonías. Y así es una condición que demuestra que el Rey de este universo y Quien hace y deshace en él verdaderamente, así como el Adorado y Amado en él de verdad, es Aquel que es absolutamente Poderoso y gira la noche y el día, el invierno y el verano, este mundo y el Otro, y los escribe y los borra y los cambia con facilidad, como las páginas de un libro y gobierna sobre todos éstos.

    Así es, de manera que el espíritu del ser humano, incapaz y débil sin fin, pobre y necesitado sin fin, inmerso en las tinieblas del futuro sin fin, agitado entre sucesos sin fin, dice como Ibrahim, sea con él la Paz: {No amo los que desaparecen}en un caer la noche (‘ishá) con este significado, al realizar la oración de al-‘Ishá, y se refugia con la oración en la puerta del Adorado que no cesa y el Amado que no desaparecerá y habla en confidencia con un Permanente, Sempiterno en este mundo perecedero, en esta vida efímera, en esta vida mundanal oscura y en el futuro oscuro, y es testigo de la luz de la guía del Misericordioso, el Compasivo; y busca el amparo de Su misericordia que propaga la luz sobre su vida mundanal e ilumina su futuro en una parte sencilla de una compañía que permanece y en algunos minutos numerosos de una vida permanente y cura sus heridas provocadas por la desaparición de las cosas existentes y por la separación de sus seres queridos.

    Y así olvida también este mundo que se ocultó (tras la noche) y lo olvida momentáneamente y derrama sus lágrimas en la puerta de la misericordia con el llanto del corazón. Y así cumple preventivamente la última tarea de su adoración antes de entrar en el sueño que es parecido a la muerte y se levanta a hacer la oración para cerrar el cuaderno de sus obras diarias con un buen sello final. Es decir: Sale hacia la presencia de un Adorado y Amado Permanente, en lugar de todos sus amados efímeros y hacia la presencia de un Eterno Preexistente, Generoso, en lugar de todos los incapaces a los que les pedía y hacia la presencia de un Protector, Compasivo, para librarse del daño de todas las cosas dañinas que le hacían temblar.

    Y así, empieza por la sura al-Fátiḥa (la que abre el Corán), es decir: Alaba y ensalza al Señor de los mundos que es Perfecto Absoluto y absolutamente Rico, en lugar de elogiar a los seres creados que en sí mismos son pobres y deficientes y no pueden beneficiar en nada y no son dignas de ello.

    Y así asciende al grado de dirigirse a Allah, sea ensalzado, hablándole de Tú, cuando dice las palabras: {Iyyaka na’budu (Sólo a Ti te adoramos)}, es decir: Entra en la estación de un huésped amado y un empleado más importante entre estos seres existentes por el hecho de pertenecer al Dueño del Día de la Retribución, que es el Sultán de la eternidad anterior al tiempo y de la eternidad posterior al tiempo, a pesar de su pequeñez, insignificancia y alejamiento, y al decir las palabras: {Iyyaka na’budu wa iyyaka nasta’in (Sólo a Ti Te adoramos, sólo en Ti buscamos ayuda)} Le ofrece los actos de adoración y las peticiones de ayuda que existen en la gran comunidad y congregación del universo, en nombre de todas las cosas creadas.

    Y al decir las palabras: {Ihdinaṣ-ṣiraṭal-mustaqim (Guíanos el camino recto)} busca la guía hacia el camino recto, ese camino luminoso que va hacia la felicidad eterna entre las tinieblas del futuro.

    Y reflexiona sobre la grandeza de la Esencia del Dueño de majestad a Cuyo mandato están sometidos, como soldados, los soles que desaparecen y las estrellas que se despiertan, al igual que las plantas y los animales que ahora duermen y que son Sus lámparas y Sus servidores en el lugar de hospedaje que es este mundo, y dice: { Allahu Akbar (Allah es más Grande)} y cae inclinado en reverencia (ruku’).

    Y así concibe la postración mayor de todas las cosas creadas. Es decir: Al igual que todos los tipos de cosas existentes en cada año y en cada época, incluso la Tierra, incluso esta vida mundanal, dicen: Allah es más Grande y se postran con total orden en el mediodía y en el lugar de postración de la puesta del sol, al igual que las criaturas que están dormidas en esta noche cuando son soltadas con la orden: {Sé y es}. Es decir: Cuando son enviadas al mundo del No-visto de su tarea de la adoración de este mundo como ejércitos ordenados y aún como individuos obedientes.

    Y así es reunida una parte de ellas igual o similar en la primavera también por medio del grito de volver a la vida y despertar que proviene de la orden {Sé y es}, y se levantan y se ciñen el cinturón para servir al Amo, y en verdad este pequeño ser humano dice emulándolas: Allah es más Grande, y se postra en el lugar de reunión de la presencia de ese Misericordioso, Dueño de la perfección y ese Compasivo, Dueño de la belleza, en medio de un amor parecido a admiración, una aniquilación parecida a una permanencia y una humillación parecida a un enaltecimiento. Es decir: Asciende a un tipo de ascensión. Y esta es pues la oración de al-‘Ishá. Y has entendido categóricamente que realizarla es una verdad seria y una tarea y un servicio y una adoración buena y hermosa, dulce y elevada, eminente y deliciosa, lógica y apropiada.

    Así pues cada uno de estos cinco momentos son indicaciones de enormes transformaciones y señales de procedimientos divinos colosales y signos de favores divinos universales. Por ello el hecho de haber especificado la prescripción de la oración, que es una deuda y una obligación, en esos tiempos concretos es una sabiduría infinita.

    سُبْحَانَكَ لَا عِلْمَ لَنَٓا اِلَّا مَا عَلَّمْتَنَا اِنَّكَ اَنْتَ الْعَل۪يمُ الْحَك۪يمُ ¡Gloria a Ti, no tenemos más conocimiento que el Tú nos has enseñado, en verdad Tú eres el Conocedor, el Sabio!

    اَللّٰهُمَّ صَلِّ وَسَلِّمْ عَلٰى مَنْ اَرْسَلْتَهُ مُعَلِّمًا لِعِبَادِكَ لِيُعَلِّمَهُمْ كَيْفِيَّةَ مَعْرِفَتِكَ وَالْعُبُودِيَّةِ لَكَ وَمُعَرِّفًا لِكُنُوزِ اَسْمَائِكَ وَتَرْجُمَانًا لِآيَاتِ كِتَابِ كَائِنَاتِكَ وَمِرْآةً بِعُبُودِيَّتِهِ لِجَمَالِ رُبُوبِيَّتِكَ وَعَلٰى آلِهِ وَصَحْبِهِ اَجْمَعِينَ وَارْحَمْنَا وَارْحَمِ الْمُؤْمِنِينَ وَالْمُؤْمِنَاتِ آمِينَ بِرَحْمَتِكَ يَا اَرْحَمَ الرَّاحِمِينَ ¡Oh Allah, haz oración y saluda con un saludo de paz a aquel que enviaste como maestro para Tus siervos para que les enseñara cómo conocerte y cómo adorarte y para dar a conocer los tesoros de Tus nombres y como intérprete de los signos del libro de Tu universo y como un espejo a través de su servidumbre de la belleza de Tu señorío, así como a su familia y compañeros todos! Y ten misericordia de nosotros y de los creyentes y las creyentes. Amín. Por Tu misericordia, ¡Oh Tú el más misericordioso de los misericordiosos!



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    1. *[La palabra original es “ẓawal” que designa también al mediodía y significa declinar, decaer. Y el autor hace un juego de palabras con ese significado.]