Translations:Onuncu Söz/423/es

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    El punto quinto del apéndice

    La información de ciento veinticuatro mil elegidos, que son los Profetas y los Enviados, sea con ellos la oración y la paz, como viene en el ḥadiz, una información unánime y transmitida sin interrupción, apoyados en el testimonio para algunos y en la verdad de la certeza para otros, acerca de la existencia de la morada de la otra vida y su anuncio unánime de que la gente será conducida a ella y que el Creador, sea glorificado y ensalzado, traerá la otra morada sin duda tal como lo ha prometido con una promesa categórica. Y el dar crédito de ciento veinticuatro millones de amigos de Allah por develamiento y por contemplación de lo que informaron esos Profetas, sea con ellos la paz, y su testimonio de la existencia de la otra vida con el conocimiento de la certeza, es una prueba irrefutable, y ¡qué prueba!, de la existencia de la otra vida. Y así mismo las manifestaciones de todos los nombres más hermosos del Creador del universo que se revelan en todas las áreas del mundo implican obviamente la existencia de otro mundo eterno y prueban de una manera clara la existencia de la otra vida.

    Y así mismo el poder divino y su sabiduría absoluta en la que no hay despilfarro ni nada que sea en vano y que da la vida a los cadáveres de los árboles muertos y sus esqueletos erguidos, les da la vida en un número incalculable sobre la faz de la Tierra en cada primavera y en cada año con la orden: sé y es, y hace de ellos una señal del resurgimiento tras la muerte y resucita trescientas mil clases de especies de plantas y comunidades de animales y las disemina mostrando con ello cientos de miles de ejemplos de la resurrección y pruebas de la existencia de la otra vida. Y así mismo la misericordia que todo lo abarca que hace continuar la vida de todos los dotados de espíritu que necesitan del sustento y les hace vivir con total clemencia una vida extraordinaria al máximo; y la providencia continua que manifiesta distintas clases de adornos y bondades innumerables e incontables en un intervalo muy corto cada primavera; no hay duda de que ambas requieren la existencia de la otra vida de una manera obvia. Y así mismo el amor a la permanencia y el deseo por la eternidad y las expectativas sempiternas fuertes insertas de una manera en la que no hay fisura en la naturaleza innata de este ser humano que es el fruto más perfecto de este universo y la criatura más amada para el Creador del universo y es el vínculo más sólido con las cosas existentes de todo el universo, no hay duda de que indica evidentemente la existencia de un mundo permanente después de este mundo efímero y de la existencia del mundo de la otra vida y la morada de la felicidad eterna. Y todas estas pruebas demuestran con una determinación total, hasta el extremo de exigir la aceptación, la existencia de la otra vida con la misma obviedad que la existencia de este mundo*.(*[1])

    1. *[El alcance de la facilidad en la información del asunto probatorio y el alcance de la dificultad y la complejidad en negarlo se pone de manifiesto en el ejemplo siguiente: Si dice alguien: Existe, sobre la faz de la Tierra, un jardín extraordinario cuyos frutos son como envases de leche y otro niega las palabras de éste diciendo: No, no hay un jardín así. El primero puede con total facilidad demostrar su afirmación con el mero hecho de mostrar el lugar donde está tal jardín o algunos de sus frutos. En cuanto al segundo, el que lo niega, tendrá que ver y mostrar todos los rincones de la Tierra para demostrar su negación, que es la no existencia de un jardín similar. Y así es el caso de aquellos que informan acerca del Jardín (el Paraíso), pues ellos muestran cientos de miles de sus efluvios y explican sus frutos y sus efectos sabiendo que dos testigos veraces de ellos bastan para demostrar su afirmación, mientras que los que niegan su existencia no les basta para demostrar su afirmación sino la contemplación del universo ilimitado y el tiempo ilimitado además de la exploración de su interior con el estudio y la investigación, y al no verlo, sería posible para ellos demostrar su afirmación. ¡Y ay de aquel a quien la soberbia le lleva a la insolencia! y ¡oh hermanos Sabed cuán fuerte es la fe en la otra vida y cuan sólida su firmeza! (El autor).]