Translations:Yirminci Lem'a/70/es

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    Pero en la espaciosa Otra Vida, cada creyente tendrá un jardín cuya anchura son los cielos y la tierra, que se extenderá hasta la distancia de quinientos años*(*[1]). Y cada uno de ellos tendrá setenta mil de las de hermosos ojos y palacios, de manera que allí no habrá motivo para la envidia y la rivalidad jamás. Y esto nos indica que no hay envidia ni odio mutuo en las acciones rectas que conducen a la Otra Vida, es decir: No hay espacio para la rivalidad y la envidia mutua en ellas.

    1. *[Hay una pregunta importante que se plantea desde un aspecto de gran importancia: ¿Cómo conciben nuestros intelectos de este mundo, cortos, la realidad de lo que se ha transmitido en el sentido de que le será concedido al creyente un jardín cuya anchura son quinientos años? La respuesta es que al igual que cada persona tiene en este mundo una vida del mundo provisional, exclusiva suya, cuyo soporte es su vida de la que disfruta de lo que quiere con sus sentidos externos e internos, hasta que puede decir: El sol es una lámpara para mí y las estrellas son candiles para mí, de manera que no le disputa esta propiedad la existencia de las demás criaturas y los dotados de espíritus, sino que viven su vida de este mundo particular y la embellecen. Así es el caso en el Jardín, salvando la enorme distancia. Pues todo creyente, además de su vergel privado que incluye miles de palacios y de las de hermosos ojos, tiene un jardín privado cuya extensión es de quinientos años del Jardín general, en el que disfruta el creyente un disfrute propio del Jardín y la inmortalidad con lo que le descubren sus sentidos y se extienden sus impresiones en la medida del grado de cada creyente, de manera que la existencia de los otros con él y su compartir con ellos, no le mengua nada de su dicha, su placer y su posesión, sino que habitan su jardín privado y su jardín amplio y lo adornan. En efecto, al igual que el ser humano disfruta en este mundo con su boca, su oído, su ojo, sus otras percepciones, sus impresiones y sus sentidos, todos, en la distancia de una hora que pasa en un jardín o en la distancia de un día que pasa de recreo o en el recorrido de todo un mes en un reino o en un año de su vida en el que se solaza en un viaje, así mismo es el caso allí en el Jardín. Sin embargo disfruta el sentido del gusto y el olfato en ese reino eterno en la distancia de un año completo lo que disfrutaría en esta vida efímera en una hora de un jardín de riqueza. Y disfruta el sentido de la vista y el oído en ese reino sempiterno magnífico de un extremo a otro, dentro de un viaje cuya extensión son quinientos años de deleite, acorde con su eternidad lo que disfrutaría en un recreo y unos viajes que pasara el ser humano en un año en este mundo. De manera que todo creyente en la medida de su grado y en la medida de lo que obtiene de recompensa por sus obras, las que llevó a cabo en este mundo, y en la medida de la proporción y el tipo de sus buenas acciones, sus percepciones descubren y sus sentidos se expanden, y esas percepciones y sentidos disfrutan allí en el Jardín con lo que está acorde con su eternidad. El autor.]