Yirminci Lem'a/es: Revizyonlar arasındaki fark

    Risale-i Nur Tercümeleri sitesinden
    ("En verdad la única cura para esta enfermedad es que el hombre desconfíe de sí mismo y se alinee en el lado de su compañero en el camino de la verdad que tiene frente a él y no se aparte de la norma de la equidad y de la búsqueda de la verdad que han aprobado los conocedores del arte de las cortesías y el debate y que implica que: “Si el hombre quiere que la verdad se manifieste por su lengua y no por otro, en un debate concreto, y se alegra por..." içeriğiyle yeni sayfa oluşturdu)
    ("Y si la gente del Din, la realidad, la ṭariqa y el conocimiento adoptaran esta regla como guía para ellos en su vida y sus obras, vencerían con la sinceridad, con el permiso de Allah, tendrían éxito en sus obras de la Otra Vida y estarían a salvo, por una misericordia de Él, sea glorificado, y por Su favor, de esta gran desgracia que les aqueja y les rodea por todos lados." içeriğiyle yeni sayfa oluşturdu)
    212. satır: 212. satır:
    Es decir: El buscador equitativo de la verdad se fastidia a sí mismo a causa de la verdad y si ve la verdad junto a sus contrincantes, se complace con ello y se satisface.
    Es decir: El buscador equitativo de la verdad se fastidia a sí mismo a causa de la verdad y si ve la verdad junto a sus contrincantes, se complace con ello y se satisface.


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    Y si la gente del Din, la realidad, la ṭariqa y el conocimiento adoptaran esta regla como guía para ellos en su vida y sus obras, vencerían con la sinceridad, con el permiso de Allah, tendrían éxito en sus obras de la Otra Vida y estarían a salvo, por una misericordia de Él, sea glorificado, y por Su favor, de esta gran desgracia que les aqueja y les rodea por todos lados.
    İşte bu düsturu ehl-i din, ehl-i hakikat, ehl-i tarîkat, ehl-i ilim kendilerine rehber ittihaz etseler ihlası kazanırlar. Ve vazife-i uhreviyelerinde muvaffak olurlar. Ve bu feci sukut ve musibet-i hazıradan rahmet-i İlahiye ile kurtulurlar.
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    10.12, 29 Aralık 2023 tarihindeki hâli

    VIGÉSIMO DESTELLO

    Que trata sobre la sinceridad (en las acciones)

    <Este estudio atesora una importancia especial y lo he considerado digno de ser el “destello vigésimo” después de haber sido el punto primero de cinco puntos de la cuestión segunda de las siete cuestiones del memorándum decimoséptimo del destello decimoséptimo.>

    En el nombre de Allah, el Misericordioso, el Compasivo

    {Te hemos hecho descender el Libro con la verdad, adora pues a tu Señor, ofreciéndole sinceramente la práctica de adoración. ¿Acaso no Le pertenece a Allah la práctica de adoración pura?} (Sura de los Grupos, 2,3) Y dijo el más grande Mensajero, al que Allah le dé Su gracia y paz: “La gente está perdida excepto los conocedores, los conocedores están perdidos excepto los que actúan, los que actúan están perdidos excepto los sinceros, y los sinceros están en un gran peligro”. O como quiera que dijo. Esta noble aleya y el ḥadiz profético nos indican el alcance de la importancia de la sinceridad en el Islam y el alcance de su grandeza como un principio en el que se basan los asuntos del Din (la práctica de adoración). Y de entre los puntos innumerables del objeto de estudio de la sinceridad explicaremos resumidamente cinco puntos nada más.

    Tenbih: Bu mübarek Isparta’nın medar-ı şükran bir hüsn-ü tâli’idir ki ondaki ehl-i takva ve ehl-i tarîkat ve ehl-i ilmin –sair yerlere nisbeten– rekabetkârane ihtilafları görünmüyor. Gerçi lâzım olan hakiki muhabbet ve ittifak yoksa da zararlı muhalefet ve rekabet de başka yerlere nisbeten yoktur.

    El primer punto:

    Una pregunta importante que suscita perplejidad: ¿Por qué discrepan la gente del Din, los eruditos y los maestros de las tariqas sufíes cuando son gente de verdad, armonía y concordia, rivalizando y compitiendo donde está de acuerdo la gente de este mundo y de la inadvertencia e incluso la gente del extravío y la hipocresía sin rivalidad ni envidia mutua; a pesar de que el acuerdo forma parte de la condición de la gente de la armonía y la concordia, mientras la discrepancia es inherente a la gente de la hipocresía y la discordia? ¿Y cómo es que la verdad y la falsedad se intercambian y la verdad está del lado de éstos y la falsedad del lado de aquéllos?

    La respuesta es: Explicaremos siete de las numerosas causas de esta situación dolorosa que perturba el sueño de los celosos sagaces.

    La primera causa:

    La discrepancia de la gente de la verdad no emana de la falta de la realidad, al igual que el acuerdo de la gente de la inadvertencia no emana de su inclinación hacia la realidad,

    sino que las tareas de la gente de este mundo y de la política, los cultos y los afines a ellos de entre las clases sociales se distinguen y se diferencian. Así pues cada facción, grupo y asociación tiene un cometido específico del que se ocupa y la retribución material que obtienen-a cambio de sus servicios y para mantener su vida-es también diferenciada y específica, al igual que la retribución en significado que obtienen como el amor por la posición influyente, la divulgación de la reputación y la fama es también diferenciada, especial y distinguida*(*[1]). Por lo que no hay entonces nada que genere competencia y rivalidad o envidia mutua. Ni hay nada que requiera discusión y controversia. Por ello ves que son capaces del acuerdo sea el que sea el camino de la corrupción que recorren.

    En cuanto a la gente del Din, los asiduos al conocimiento y los maestros de las tariqas sufíes, la tarea de cada uno de ellos está dirigida a todos y su retribución anticipada no está definida ni especificada al igual que su parte de posición social y consideración de la gente hacia ellos y la aprobación con ellos tampoco se especifica. De manera que hay muchos candidatos para una sola posición y puede que muchas manos tendidas hacia una indeterminada retribución-sea material o inmaterial-y a partir de aquí se genera la rivalidad, la competencia, la envidia y los celos y la coincidencia se troca en hipocresía y el acuerdo en discrepancia y separación.

    Y no cura esta grave enfermedad sino el ungüento efectivo de la sinceridad.

    Es decir: Que el hombre obtenga el honor de acatar la noble aleya:{En verdad mi recompensa no incumbe sino a Allah.} (Sura de Yunus, 72) prefiriendo la verdad y la guía a seguir al ego y al deseo y anteponiendo la verdad al egoísmo del ego…Y que le ocurra acatar la noble aleya: {Y no incumbe al Mensajero sino la transmisión clara.} (Sura dela Luz, 54) por su prescindir de la recompensa material y la inmaterial-recibidas por parte de la gente-*(*[2])comprendiendo que el hecho de que la gente celebre sus palabras, el buen efecto que provoquen en ellos y la obtención de su consideración, es parte de lo que Allah, sea glorificado y ensalzado, le confiere de Su bien y favor, solamente, y no entra dentro de su tarea que se limita a la transmisión y nada más; y aún es más, no está obligado a ello ni tiene responsabilidad de ello en absoluto.Así pues aquel al que Allah le hace propicio lo que acabamos de mencionar, encontrará la dulzura de la sinceridad y en caso contrario, se perderá mucho bien.

    La causa segunda:

    El acuerdo de la gente del extravío emerge de su bajeza, mientras que la discrepancia de la gente de la guía emerge de su eminencia;

    ya que la gente de este mundo y del extravío, los inadvertidos, no se apoyan en la verdad y la realidad y son por lo tanto débiles y bajos. Sienten una necesidad acuciante de adquirir la fuerza y se aferran con afán a la cooperación con los demás y el acuerdo con ellos y se empeñan en este acuerdo aunque su camino sea el extravío, de manera que es como si ellos llevaran a cabo una verdad en su apoyarse mutuamente en la falsedad; y por esto tienen éxito en sus acciones, porque la sinceridad total, aunque sea en el mal, no se va en vano ni deja de tener resultado. De forma que no hay nadie que pida una cosa con sinceridad sin que Allah no lo decrete para él*(*[3]).

    En cuanto a la gente de la guía y el Din y los compañeros del conocimiento y la ṭariqa, puesto que se apoyan en la verdad y en la realidad y puesto que cada uno de ellos durante su recorrido en el camino de la verdad no espera sino la complacencia de su Señor, el Generoso, y se satisface con ella totalmente y obtiene una eminencia inmaterial en su recorrer el camino en sí, ya que tan pronto siente debilidad se gira a su Señor, no a la gente, y toma de Él, Solo, la fuerza; añadido a ello ve ante él la discrepancia de las tendencias junto a aquello que él sigue; por eso lo ves que no siente las exigencias de la cooperación con los demás, incluso no es capaz de ver la utilidad del acuerdo con sus contrarios externamente, ni encuentra en sí mismo la necesidad de ello. Y cuando hay vanidad y egoísmo en uno mismo, se imagina el hombre a sí mismo en la verdad y a sus contrarios en la falsedad y tiene lugar la discrepancia y la competencia en lugar del acuerdo y el amor, y en ese momento pierde la sinceridad y estropea su acción, y no es más que una reminiscencia.

    Y la única cura para este estado y obstáculo, al margen de ver su resultado pernicioso, está en nueve cosas que citamos a continuación:

    1) La acción positiva constructiva, que es cuando el hombre actúa en virtud de su amor a su camino exclusivamente, sin pensárselo dos veces y sin que se inmiscuya en su acción la enemistad a los demás o menospreciar su asunto, es decir: Sin distraerse con ellos en absoluto.

    2) Sino que debe procurar los muchos vínculos de la unidad que unen las tendencias expuestas en el ámbito del Islam-sean del tipo que sean- y que serán fuentes de amor, medios de hermandad y acuerdo entre ellas, de manera que coincida con ellas.

    3) Y adoptar la regla de la equidad como guía y directriz, que consiste en que el que profesa cada camino verdadero puede decir: “Mi camino es verdad y es preferible y más hermoso” sin entrometerse en lo que concierne a las otras vías. Pero no le está permitido que diga: “La verdad es mi camino exclusivamente” o “Lo bueno y lo hermoso está sólo en mi camino”, juzgando como falsos y corruptos a los otros caminos.

    4) El conocimiento de que el acuerdo con la gente de la verdad es uno de los medios del encauzamiento divino y una de las fuentes de la eminencia del Islam.

    5) La defensa de la verdad y de la justicia a través de la creación de un ente en significado. Y ello es por medio del acuerdo con la gente de la verdad para hacer frente a la gente del extravío y la falsedad que se pusieron a cambiar con astucia un ente en significado fuerte en una imagen de grupo contra la gente de la verdad, a través del apoyo mutuo y el acuerdo del que disfrutan. Luego la percepción de que cualquier confrontación individual-por muy fuerte que sea-estará vencida frente a ese ente en significado para el extravío.

    6) Y para salvar a la verdad del ataque de la falsedad:

    7) Abandonar la vanidad del nafs y sus intereses.

    8) Y abandonar lo que se concibe por error como parte del honor y el prestigio.

    9) Abandonar las exigencias de la envidia, la competencia y los sentimientos triviales del nafs. Con estos nueve puntos se alcanza el triunfo de la sinceridad y el ser humano cumple su tarea como debe ser cumplida y la lleva a cabo del modo requerido*(*[4]).

    La causa tercera:

    La discrepancia de la gente de la verdad no se produce por la bajeza y la pérdida de la aspiración, al igual que el acuerdo de la gente del extravío no se produce por la aspiración elevada, sino que la discrepancia de la gente de la guía emana del mal uso de la aspiración elevada y el exceso en ello;

    mientras que el acuerdo de la gente del extravío está motivado por la debilidad y la incapacidad resultantes de la inexistencia de la aspiración. Y lo que conduce a la gente de la guía al mal uso de la aspiración elevada y por consiguiente a la discrepancia, los celos y la envidia, es la exageración en la avidez por la recompensa de la Otra Vida, la cual en sí misma es una cualidad loable, y la búsqueda de incremento en ella sin contentarse y el hecho de restringirla a uno mismo. Y esto lleva progresivamente al que tiene tal avidez hasta el extremo de tomar una posición de rivalidad ante su hermano verdadero que está en la más acuciante necesidad de su amor, ayuda mutua, hermandad y tomar su mano; como si, por ejemplo, dijera: Yo obtendré esa recompensa y yo guiaré a esta gente y ellos oirán la palabra sólo de mí, y ejemplos similares relativos a la búsqueda de un incremento de la recompensa para uno mismo. O dijera: ¿Por qué mis discípulos van a Fulano y Mengano? ¿Y por qué mis discípulos no llegan al número de sus discípulos y aún más? De manera que el espíritu del egoísmo junto a él- a través de esta discusión interna- encuentra la ocasión favorable para levantar su cabeza y destacar y lo conduce progresivamente a contaminarse con una cualidad censurable, que es la ambición por el amor al prestigio y pierde la sinceridad cerrándose para él su puerta a la vez que se abre de par en par la puerta de la ostentación (hacer las cosas para ser visto).


    La cura de esta gran falta, profunda herida y grave enfermedad espiritual, es el conocimiento de que la complacencia de Allah no se obtiene excepto con la sinceridad, de manera que Su complacencia, sea glorificado, no es por la abundancia de seguidores ni por perseguir la prosperidad y el éxito en las acciones. Eso es porque la abundancia de seguidores y el éxito en las acciones es parte de lo que Allah, sea glorificado, concede por Su favor y merced, de manera que no se pide ni se busca sino que Allah, sea glorificado, se lo da a quien quiere. En efecto, cuántas veces una sola palabra es motivo de la salvación del Fuego y se convierte en el motivo de la complacencia de Allah, sea glorificado. Y cuántas veces orientar a una sola persona es motivo de la complacencia de Allah, sea glorificado, en una medida equivalente a orientar a mil personas. Por ello, no se debe tomar la abundancia en la cantidad en consideración.

    Luego, la sinceridad en la acción y la búsqueda de la verdad en ella no se reconoce sino por el deseo sincero de que los musulmanes se beneficien en general, sea cual sea la procedencia del provecho y sea cual sea la persona de la que proviene. Y si no es así, limitar la mirada al hecho de tomar la lección y la orientación únicamente de mí para triunfar con la recompensa de la Otra Vida es un ardid del nafs y un engaño del egoísmo.

    Así pues, ¡Oh aquel que ansía el incremento de la recompensa y no se conforma con las acciones que lleva a cabo para la Otra Vida! Has de saber que Allah, sea glorificado y ensalzado, envió a profetas nobles y no creyeron con ellos excepto unos pocos, y a pesar de ello alcanzaron la enorme recompensa de la profecía completa sin mengua. De manera que la primacía y la superioridad no están pues en la abundancia de los seguidores creyentes sino que están en obtener el honor de la complacencia de Allah, sea glorificado. Así pues ¿Quién eres tú, codicioso, para anhelar que todo el mundo te escuche y olvides tu deber e intentes entrometerte en la disposición de Allah y Su predestinación? Has de conocer tu deber y no entrometerte en la disposición de Allah y Su predestinación.

    Has de saber que el hecho de que la gente confirme tus palabras, acepten tu llamada y se reúnan en torno a ti, sólo es parte del favor de Allah que da a quien Él quiere, de manera que no te ocupes a ti mismo en lo que compete en exclusiva a Allah en cuanto a Su disposición de las cosas y predeterminación, sino que por el contrario concentra tu preocupación en llevar a cabo el deber que te ha sido encomendado. Luego, prestar atención a la verdad y a la realidad, y que aquel que habla de ellas obtenga por ambas la recompensa no está restringido al género humano únicamente, sino que Allah tiene siervos entre los dotados de sentidos, los espirituales y los ángeles, que han llenado las esquinas del universo y las han habitado. De manera que si quieres incremento de la recompensa de la Otra Vida aférrate a la sinceridad y tómala como base para tus acciones. Y haz de la complacencia de Allah el único objetivo y meta en tus acciones para que des vida una a una a estas palabras buenas pronunciadas por tus labios, propagadas por el aire del cielo, con la sinceridad y la intención pura, y lleguen así a los oídos de los seres creados dotados de sentidos cuyo número es incontable y los ilumines y obtengas por ellas la enorme recompensa varias veces multiplicada. Eso es porque si dices: “La alabanza a Allah”, por ejemplo, se escribirán por el mandato de Allah, inmediatamente después de tu pronunciación de esta palabra, millones de millones de “La alabanza a Allah”, pequeñas y grandes, en el espacio. Pues Él, sea glorificado, ha creado innumerables oídos que prestan atención a estas muchas palabras buenas, puesto que no hay nada en vano ni despilfarro en la acción del Creador Sabio.

    Y si la sinceridad y la intención sincera suscitan la vida en esas palabras propagadas en las partículas del aire, entraran en los oídos de esos seres espirituales dulces y buenas como la dulzura de la fruta buena;

    sin embargo la complacencia de Allah y la sinceridad no suscitan la vida en esas palabras, no se les prestará atención sino que se apartarán de ellas los oídos y su recompensa permanecerá restringida a lo que dice la boca. Así pues que presten atención a esto los recitadores del Noble Corán que se agobian por la necesidad de calidad y la excelencia de sus voces y se quejan de los pocos que los escuchan.

    La causa cuarta:

    La discrepancia de la gente de la guía y su envidia mutua no existe por la inexistencia de reflexión acerca de su porvenir ni por la cortedad de su visión, al igual que el acuerdo serio entre la gente del extravío no existe por la inquietud sobre el porvenir ni por su altura de miras y la profundidad de su visión.

    Sino que la incapacidad de la gente de la guía para mantenerse en la rectitud en el proceder y su insuficiencia en la sinceridad en la acción les priva de disfrutar de los privilegios de ese nivel elevado y caen en el abismo de la discrepancia a pesar de que ellos se guían por el intelecto y el corazón

    que tiene visión del fin de las cosas y se nutren de la verdad y la realidad y no se desvían con los apetitos del nafs, en virtud de sus débiles emociones, de la visión del fin de las cosas. En cuanto a la gente del extravío, por la incitación del nafs y el deseo y en virtud de las percepciones del apetito y las emociones del nafs que debilitan la visión del fin y que prefieren un dírham de placer rápido a arreldes del postrero, los ves coincidir entre ellos con un acuerdo serio y reunirse en torno a la consecución de un provecho rápido y un placer en el acto.

    En efecto, los esclavos del nafs bajo entre los que tienen corazones muertos y los que anhelan los apetitos viles se unen y se ponen de acuerdo entre ellos en base a provechos mundanales rápidos; mientras que es un deber para la gente de la guía el acuerdo serio, la unión total, el sacrificio fructífero y la rectitud firme entre ellos, puesto que ellos se dirigen con la luz del intelecto y la claridad del corazón a la recolecta de perfecciones y frutos de la Otra Vida eternos, a la larga. Sin embargo, por no dejar la vanidad, el orgullo, el exceso y el defecto, pierden una fuente enorme, rica que les proporcionaría la fuerza, que no es otra que el acuerdo, y se pierde a su vez la sinceridad y se estrella y se destruyen las obras de la Otra Vida y se van en vano y se complica la llegada a la complacencia de Allah, sea glorificado.

    Y la cura de esta grave enfermedad y su medicina es: Enorgullecerse de la compañía de los que recorren el camino en el camino de la verdad y estrechar los lazos del amor con ellos aplicando el noble ḥadiz: “El amor por Allah”*(*[5]), luego ir detrás de ellos y dejar el honor del imamato para ellos, y abandonar la admiración por uno mismo y la vanidad y basarse en la suposición de que el que recorre el camino de la verdad sea quien sea es mejor que uno. Y esto para facilitar la consecución de la sinceridad. Luego el conocimiento de que un dírham de acción sincera por la faz de Allah es más digno y pesa más en la balanza que arreldes de acciones mezcladas en las que no hay sinceridad. Luego preferir permanecer en el nivel del seguidor sin aspirar a recibir la responsabilidad que raras veces está a salvo de los peligros. Por medio de estos asuntos se cura esta enfermedad perniciosa, se está libre de ella, se triunfa con la sinceridad y el creyente es de aquellos que cumplen con sus acciones de la Otra Vida como se debe cumplir.

    La causa quinta:

    La discrepancia de la gente de la guía y la falta de su acuerdo no procede de su debilidad, al igual que al acuerdo determinante entre la gente del extravío no procede de su fuerza.

    Sino que la falta de acuerdo de la gente de la guía resulta de la carencia en sus sentimientos de la necesidad de la fuerza, por el fuerte soporte que les proporciona su perfecta creencia. Y el acuerdo de la gente de la inadvertencia y el extravío resulta de la debilidad y la incapacidad, ya que no encuentran en su sentimiento un soporte en cuya fuerza apoyarse. Y debido al exceso de la necesidad de los débiles del acuerdo, los encuentras que se ponen de acuerdo con un fuerte acuerdo. Y por la debilidad del sentimiento de los fuertes de la necesidad del acuerdo, su acuerdo es débil. Su símil en esto es el símil de los leones y los zorros, que no sienten la necesidad del acuerdo y los ves viviendo solitarios mientras que las cabras montesas y las cabras salvajes viven en rebaños por temor a los lobos.

    Es decir que la asociación de los débiles y el ente inmaterial que los representa es fuerte al igual que la asociación de los fuertes y el ente inmaterial que los representa es débil.
    

    Y hay una alusión sutil a este secreto en un punto coránico

    ingenioso que es el uso del verbo “qala”, en género masculino, siendo su sujeto un grupo de mujeres. Y esto es en Sus palabras, sea ensalzado: {Y dijeron (qala) unas mujeres en la ciudad} (Sura de Yusuf, 30). Mientras que en otra ocasión aparece el verbo “qalat” en femenino, en Sus palabras:{Dicen (qalat) los beduinos} (Sura de los Aposentos Privados, 14) siendo un grupo masculino.

    Y esto indica de una forma sutil que las mujeres débiles, sutiles, se hacen rudas y fuertes y adquieren una especie de cualidad varonil y tal situación requiere el uso del género masculino, siendo así que el verbo en forma masculina es apropiado y sumamente bello. En cuanto a los hombres fuertes, puesto que ellos se basan en su fuerza, en especial los beduinos, su grupo es débil como si adquirieran una especie de cualidad femenina tal como presentimiento, precaución, sutileza y suavidad, de manera que la forma femenina resulta muy apropiada para el verbo en Sus palabras:{ Dicen los beduinos}.

    En efecto los que aspiran a la verdad no ven la razón de la necesidad de la ayuda de los demás debido a la creencia fuerte que llevan en sus corazones que les proporciona un gran apoyo y suscita en ellos la confianza y la entrega, incluso si necesitaran a los demás no se aferrarían a ellos con fuerza.

    En cuanto a los que hacen de este mundo su preocupación, debido a su inadvertencia con respecto a la fuerza de su apoyo y su sustentación verdadera, encuentran en sí mismos la debilidad y la incapacidad en llevar a término los asuntos de este mundo y sienten una necesidad insistente de quien les proporcione la mano de la cooperación y llegan a un acuerdo serio con ellos no exento de sacrificio y abnegación.

    Y así, puesto que los buscadores de la verdad no son capaces de la fuerza de la verdad que se oculta en el acuerdo y no se preocupan por ella, son conducidos a un resultado falso y malsano que no es otro que la discrepancia.

    Mientras que la gente de lo falso y el extravío, puesto sienten, a causa de su incapacidad y debilidad, la gran fuerza que hay en el acuerdo, han obtenido el medio más eficaz de llegar a sus propósitos, que no es otro que al acuerdo.

    Y el camino de la salvación de este hecho falso y doloroso y la liberación de esta enfermedad letal, la enfermedad de la discrepancia que cohabita con la gente de la verdad, es adoptar la prohibición divina recogida en la noble aleya: {Y no disputéis, pues flaquearíais y se iría vuestro ímpetu.} (Sura de los Botines de Guerra, 46). Y adoptar la orden divina recogida en la noble aleya: {Y ayudaos mutuamente en el bien y en guardarse (de desobedecer a Allah).} (Sura de la Mesa Servida, 2). Dos reglamentos para la acción en la vida social. Luego el conocimiento del alcance de los daños profundos que ocasiona la discrepancia en el Islam y los musulmanes y el alcance de cómo facilita el camino ante la gente del extravío pata extender sus manos contra la gente de la verdad. Luego el unirse a la caravana de la Creencia que busca la verdad e incorporarse a sus filas con sacrificio y abnegación y con un sentimiento que emana de una incapacidad total y una debilidad completa. Y eso con la negación de la personalidad y la salvación de la ostentación buscando la llegada a la obtención del honor de la sinceridad.

    La causa sexta:

    La discrepancia de la gente de la verdad no se produce por la falta de dignidad y virilidad ni por bajar la aspiración y carecer de apasionamiento, al igual que el acuerdo serio entre los negligentes, extraviados, que anhelan este mundo en sus asuntos, no se produce por la dignidad y la virilidad ni por el apasionamiento y la elevación de la aspiración.


    Sino que la gente de la verdad ha dirigido su mirada a la recompensa de la Otra Vida, en su mayoría, y el apasionamiento, aspiración y dignidad que tienen se reparte en esas cuestiones importantes y abundantes. Y considerando que no emplean la mayor parte de su tiempo, que es su capital verdadero, en una sola cuestión concreta, su acuerdo no establece un pacto preciso con los que recorren el camino en el camino de la verdad, puesto que las cuestiones son muchas y el ámbito es muy amplio.

    En cuanto a los mundanos inadvertidos, por el hecho de restringir su mirada a la vida de este mundo, ya que ella es la mayor de sus preocupaciones y hasta donde llega su conocimiento, los ves atarse a ella con los más sólidos lazos y con todos sus sentidos, espíritu y corazón. Y cualquier persona que les tienda la mano de la ayuda, se aferran a ella con fuerza, de manera que ellos limitan su muy valioso tiempo a cuestiones mundanales que no valen nada en realidad para la gente de la verdad. Su símil en esto es como aquel orfebre judío loco que compró pedazos de vidrio insignificantes a precio de piedras preciosas importantes. De manera que comprar algo por un precio grande y poner todos sus sentidos en ello conduce inexorablemente a la salvación y al éxito aunque sea en un camino falso, porque en ello hay sinceridad consecuente. Y por aquí domina la gente de la falsedad a la gente de la verdad, y la gente de la verdad pierde la sinceridad y caen en los abismos de la humillación, el disimulo y el actuar para ser vistos, y se ven forzados a adular y lisonjear a los señores de este mundo privados de todos los significados de la dignidad, la aspiración y el celo.

    Así pues, ¡Oh gente de la verdad! ¡Oh gente de la sharía, la realidad y el camino ! ¡Vosotros que buscáis la verdad por la verdad! Esforzaos en repeler esta enfermedad amedrentadora, la enfermedad de la discrepancia, educándoos con la gran educación del Discernimiento que no es otra que:

    {Y cuando pasan junto a la frivolidad pasan con nobleza.} (Sura del Discernimiento, 72).

    Así pues perdonad los errores de vuestros hermanos, pasad por alto sus negligencias, bajad la mirada con respecto a los defectos del otro y dejad de un lado las discusiones internas; pues los enemigos externos os envidian por todos lados. Y haced de librar a la gente de la verdad de la caída y la humillación uno de vuestros más importantes deberes de la Otra Vida y de los prioritarios en concederle importancia; y acatad lo que os ordenan los cientos de nobles aleyas y nobles ḥadices en cuanto a la hermandad, el amor mutuo y la cooperación; y aferraos con todos vuestros sentidos al asidero del acuerdo y la armonía con vuestros hermanos en el Din y en el camino de la verdad clara con lo más fuerte a lo que se aferran la gente de este mundo, los inadvertidos. Y tened cuidado siempre de caer en las redes de la discrepancia.
    
    Y que no diga uno de vosotros: “Emplearé mi tiempo valioso en la recitación de letanías e invocaciones y reflexión en vez de emplearlo en algo como estos asuntos complementarios”. De manera que se retira del campo de batalla y se convierte en un medio de menospreciar el acuerdo y la unión y una causa en el debilitamiento de la comunidad musulmana. Eso es porque las cuestiones que consideráis particulares y simples, puede ser que tengan una gran parte de importancia en este ŷihad inmaterial. Y al igual que el estado de alerta de un soldado en una de las fronteras del Islam, dentro de condiciones específicas, importantes, durante una hora puede equivaler a un año de adoración, ese día tuyo valioso que empleas en una de las cuestiones particulares del ŷihad inmaterial, y especialmente en este tiempo difícil en el que la gente de la verdad han sucumbido, digo que éste día tuyo puede que tome el valor de una hora de alerta de ese soldado, es decir: que su recompensa sea enorme, incluso puede que ese día tuyo sea como mil días.
    

    Puesto que mientras la acción sea por la faz de Allah y en Su camino, no se mira que sea pequeña o grande o elevada o insignificante, pues un átomo en el camino de Su complacencia, sea glorificado, con la sinceridad, se convierte en una estrella brillante; de manera que no se toma en consideración la naturaleza del medio sino que la consideración está en el resultado y la meta. Y puesto que se trata de la complacencia de Allah, sea glorificado, y puesto que la base de la acción es la sinceridad, esa cuestión no será pequeña sino grande y trascendente.

    La causa séptima:

    La discrepancia de la gente de la verdad y la realidad, así como su competencia, no procede de los celos mutuos, ni de la codicia por los bienes efímeros de este mundo, al igual que el acuerdo de los mundanos, inadvertidos, no proviene de su nobleza y dignidad.

    Sino  que la gente de la realidad no son capaces de mantener las virtudes y las excelencias que alcanzan por aferrarse a la realidad y no pueden tener permanencia y firmeza dentro de una competencia noble y pura en el camino de la verdad por el desliz de los negligentes de ellos en este terreno. Por eso han estropeado, en parte, esas cualidades loables y han caído en la discrepancia y la diferencia como resultado de la envidia mutua y se han hecho daño a sí mismos y a la comunidad de los musulmanes, sea como fuere el daño.
    

    En cuanto a los extraviados y a los inadvertidos, considerando su falta de virilidad y apasionamiento que se debe a su incapacidad y a su bajeza, han tendido su mano y se han unido con una unión sincera con otra gente sean cuales sean, y aún es más con los bajos y los viles de la gente, para no perder intereses detrás de los cuales van jadeando. Y no enojan a sus amigos y a su cabecillas, aquellos cuyas órdenes acatan has el límite de la adoración por su causa. Por ello se pusieron de acuerdo con quien compartía con ellos el asunto con un acuerdo serio y se unieron con quien se reúne alrededor de estos intereses con cualquiera de las formas de reunión, de manera que llegaron a lo que aspiraban como consecuencia de esta diligencia y determinación en el asunto.

    Así pues, ¡Oh gente de la verdad y compañeros de la realidad! ¡Oh vosotros que habéis sido puestos a prueba con la prueba de la discrepancia! Habéis perdido la sinceridad en esta circunstancia crítica y no habéis hecho de la complacencia de Allah la meta de vuestros esfuerzos y habéis allanado los caminos para hacer sucumbir a la gente de la verdad y les habéis hecho tragar la amargura de la humillación y la bajeza.

    Sabed que no debe haber envidia ni rivalidad ni celos en los asuntos del Din y la Otra Vida, pues no hay en ella, en la mirada de la realidad, tales asuntos. Eso es porque el origen de la envidia y la rivalidad está en el hecho de tender muchas manos hacia una sola cosa, restringir las miradas a una sola estación y el apetito de muchos estómagos por un solo alimento, de manera que la discusión, la competencia y la rivalidad llevan a la emulación y la envidia. Y puesto que este mundo es estrecho, provisional y no satisface los anhelos del ser humano y sus muchas demandas, y ya que hay muchos que se mueren por una misma cosa, el resultado entonces es la caída en el abismo de la envidia y la rivalidad.

    Pero en la espaciosa Otra Vida, cada creyente tendrá un jardín cuya anchura son los cielos y la tierra, que se extenderá hasta la distancia de quinientos años*(*[6]). Y cada uno de ellos tendrá setenta mil de las de hermosos ojos y palacios, de manera que allí no habrá motivo para la envidia y la rivalidad jamás. Y esto nos indica que no hay envidia ni odio mutuo en las acciones rectas que conducen a la Otra Vida, es decir: No hay espacio para la rivalidad y la envidia mutua en ellas.

    Así pues quien envidia no hay duda de que actúa para ser visto, es decir: Pretende botines de este mundo debajo de la cortina del Din y busca provechos con el nombre de la acción recta. O es un ignorante sincero que no sabe a dónde se dirigen las acciones rectas y no comprende aún que la sinceridad es el espíritu de las acciones rectas y su base, de manera que desconfía de que la amplitud de la misericordia divina lo incluya a él y empieza por la envidia, la competencia y la rivalidad, abrigando en su fuero interno una especie de enemistad con los amigos de Allah rectos y veraces. Y mencionaré aquí un suceso que refuerza esta realidad:

    Uno de nuestros amigos anteriores llevaba en su corazón rencor y enemistad hacia una determinada persona y cuando se elogiaba a esa persona delante de él en alguna reunión y se decía en relación a él: Realmente es un hombre recto, es uno de los amigos de Allah. Veíamos que esas palabras no tenían ningún efecto en él y no mostraba incomodo por el elogio hacia su enemigo.
    

    Sin embargo cuando uno de ellos decía: En verdad él es fuerte y valiente. Lo veíamos que se agitaba la vena de la envidia y lo celos en él.

    Y le dijimos: ¡Oh tú! El grado de la cercanía a Allah y el temor de Él es uno de los mayores grados en la Otra Vida y ninguna otra cosa es comprable con él. ¿Y cómo podría la tierra tocar el cielo? Hemos presenciado que la mención de este grado no produce ningún efecto en ti, mientras que la mención de la fuerza muscular que poseen hasta los toros y la valentía que poseen las fieras salvajes, han provocado en ti los instintos de la envidia.

    Contestó: Todos nosotros nos proponemos un objetivo y una posición determinada en esta vida mundanal, y la fuerza y la valentía y similares son parte de los medios para llegar al rango de este mundo que nos hemos propuesto, y por esto he sentido los instintos de la rivalidad y la envidia. En cuanto a los grados de la Otra Vida y sus rangos, no están sujetos a límites y pudiera ser que allí el que fuera enemigo mío se convierta en el más amado y querido amigo.

    Así pues ¡Oh gente de la realidad y de la tariqa! El servicio de la verdad no es cualquier cosa, sino que es lo más parecido a llevar un tesoro enorme, pesado, y llevar a cabo su preservación. Así pues, los que llevan ese tesoro sobre sus espaldas se regocijan con las manos que los fuertes les tienden con la ayuda y se alegran más por ella. Y el deber ineludible es que ésos que vienen sean recibidos con amor sincero y que se mire a su fuerza, su influencia y su ayuda más que a sus personas, y que se les reciba con el enorgullecimiento apropiado para ellos, pues ellos son hermanos verdaderos y asistentes abnegados. Y si el deber ineludible es éste, ¿por qué entonces se les mira con la mirada de la envidia por no hablar de la rivalidad y los celos, hasta estropear la sinceridad como resultado de esta situación, y son vuestras obras y vuestro cometido objeto de las acusaciones de los extraviados y os ponen en un nivel inferior al vuestro y más bajo que vuestro proceder en mucho, y aún más os vinculan con aquéllos que comen este mundo con el din y ocultan su forma de vida bajo el velo del conocimiento de la realidad y os hacen de los competidores, ávidos por los bienes efímeros de este mundo y cosas similares entre las acusaciones injustas?

    En verdad la única cura para esta enfermedad es que el hombre desconfíe de sí mismo y se alinee en el lado de su compañero en el camino de la verdad que tiene frente a él y no se aparte de la norma de la equidad y de la búsqueda de la verdad que han aprobado los conocedores del arte de las cortesías y el debate y que implica que: “Si el hombre quiere que la verdad se manifieste por su lengua y no por otro, en un debate concreto, y se alegra por ello y se satisface con que sus contrincantes estén en lo falso y en un error, entonces será injusto y no equitativo”. Además de que él estropeará el resultado de ello porque no habrá aprendido nada nuevo de ese debate con el hecho de que la verdad se manifieste por su lengua, incluso puede que eso le conduzca a la vanidad y resulte perjudicado; mientras que si se manifiesta la verdad por la lengua de sus contrincantes, no le perjudicará nada y no suscitará en él la vanidad, sino que se beneficiará por haber aprendido algo nuevo.

    Es decir: El buscador equitativo de la verdad se fastidia a sí mismo a causa de la verdad y si ve la verdad junto a sus contrincantes, se complace con ello y se satisface.

    Y si la gente del Din, la realidad, la ṭariqa y el conocimiento adoptaran esta regla como guía para ellos en su vida y sus obras, vencerían con la sinceridad, con el permiso de Allah, tendrían éxito en sus obras de la Otra Vida y estarían a salvo, por una misericordia de Él, sea glorificado, y por Su favor, de esta gran desgracia que les aqueja y les rodea por todos lados.

    سُب۟حَانَكَ لَا عِل۟مَ لَنَٓا اِلَّا مَا عَلَّم۟تَنَٓا اِنَّكَ اَن۟تَ ال۟عَلٖيمُ ال۟حَكٖيمُ


    1. *Nota del autor: [Advertencia: La aceptación de la gente y su consideración no se busca sino que se teme; y si se produce la aceptación, no hay que alegrarse por ello. Y si el hombre se siente satisfecho con la buena consideración de la gente hacia él habrá perdido la sinceridad y habrá caído en hacer las cosas para ser visto. Aspirar a conseguir la fama y la reputación que conlleva la consideración de la gente y el deseo de su aceptación no es una retribución ni una recompensa sino una censura y un castigo que surgen de la falta de la sinceridad. En efecto, la consideración de la gente y su aceptación no se quiere, porque el placer incompleto que hay en ello daña a la sinceridad que es el espíritu de las acciones rectas. Luego no continúa sino hasta el límite de la tumba, además de que adquiere más allá de la tumba una imagen dolorosa del castigo de la tumba. Por lo tanto, no es deseable la consideración de la gente y la obtención de su aprobación, sino que se hace necesario huir de ello y temerlo. Que presten atención a esto los siervos de la fama y los ávidos de obtener la aprobación de la gente. ]
    2. *Nota del autor: [Es necesario poner ante los ojos la cualidad de carácter de la preferencia con la que se adornaron los Compañeros, que Allah esté complacido con ellos, y con la que alcanzaron ser elogiados en el noble Corán, y tomarla como guía y directriz; y esto significa preferir a los demás sobre uno mismo al recibir los regalos y las dádivas y no aceptar nada a cambio de servicios por la causa del Din, y aún más no buscarlo de corazón. Y si tiene lugar algo en este sentido considerarlo un bien divino exclusivamente, sin permanecer bajo el favor de la gente. Puesto que no se debe pedir nada en este mundo a cambio de los servicios por la causa del Din, para que no se pierda la sinceridad. Así pues aunque la umma debe garantizar los medios de vida de éstos, al igual que tienen derecho al ẓakat, éstos trabajadores no piden nada a la gente nada y si se les ofrece algo, no lo toman por desempeñar algo en el servicio del Din. De manera que lo mejor es preferir a quien son dignos de él sobre uno mismo y contentarse con la provisión que Allah reparta y conformarse para que así el hombre alcance el gran elogio coránico: { Y dan preferencia (a otros) sobre ellos mismos a pesar de estar en necesidad.} (Sura de la Concentración, 9) Y en ese momento triunfa con la sinceridad y se salva a sí mismo de los males de esta perdición peligrosa.]
    3. *Nota del autor: [En efecto “Quien busca y se esfuerza, encuentra” es una de las reglas de la realidad que tiene una amplitud tal que engloba nuestro camino también.]
    4. *[Queda afirmado en el ḥadiz fidedigno que los aferrados al din verdaderos de entre los cristianos, al final de los tiempos coincidirán en apoyarse en la gente del Corán para levantarse juntos frente a su enemigo común ateo. Por ello la gente de la fe y la realidad en este tiempo nuestro no necesitan un acuerdo exclusivo entre ellos únicamente sino que están llamados también al acuerdo incluso con los espirituales aferrados al din, verdaderos, de entre los cristianos. De manera que dejen momentáneamente todo lo que suscita diferencias y discusiones para defenderse de su enemigo común, ateo y transgresor. El autor.]
    5. *[“El amor por Allah y el odio por Allah forman parte de la Creencia”. Lo transmitió al-Bujari en el libro de la Creencia.]
    6. *[Hay una pregunta importante que se plantea desde un aspecto de gran importancia: ¿Cómo conciben nuestros intelectos de este mundo, cortos, la realidad de lo que se ha transmitido en el sentido de que le será concedido al creyente un jardín cuya anchura son quinientos años? La respuesta es que al igual que cada persona tiene en este mundo una vida del mundo provisional, exclusiva suya, cuyo soporte es su vida de la que disfruta de lo que quiere con sus sentidos externos e internos, hasta que puede decir: El sol es una lámpara para mí y las estrellas son candiles para mí, de manera que no le disputa esta propiedad la existencia de las demás criaturas y los dotados de espíritus, sino que viven su vida de este mundo particular y la embellecen. Así es el caso en el Jardín, salvando la enorme distancia. Pues todo creyente, además de su vergel privado que incluye miles de palacios y de las de hermosos ojos, tiene un jardín privado cuya extensión es de quinientos años del Jardín general, en el que disfruta el creyente un disfrute propio del Jardín y la inmortalidad con lo que le descubren sus sentidos y se extienden sus impresiones en la medida del grado de cada creyente, de manera que la existencia de los otros con él y su compartir con ellos, no le mengua nada de su dicha, su placer y su posesión, sino que habitan su jardín privado y su jardín amplio y lo adornan. En efecto, al igual que el ser humano disfruta en este mundo con su boca, su oído, su ojo, sus otras percepciones, sus impresiones y sus sentidos, todos, en la distancia de una hora que pasa en un jardín o en la distancia de un día que pasa de recreo o en el recorrido de todo un mes en un reino o en un año de su vida en el que se solaza en un viaje, así mismo es el caso allí en el Jardín. Sin embargo disfruta el sentido del gusto y el olfato en ese reino eterno en la distancia de un año completo lo que disfrutaría en esta vida efímera en una hora de un jardín de riqueza. Y disfruta el sentido de la vista y el oído en ese reino sempiterno magnífico de un extremo a otro, dentro de un viaje cuya extensión son quinientos años de deleite, acorde con su eternidad lo que disfrutaría en un recreo y unos viajes que pasara el ser humano en un año en este mundo. De manera que todo creyente en la medida de su grado y en la medida de lo que obtiene de recompensa por sus obras, las que llevó a cabo en este mundo, y en la medida de la proporción y el tipo de sus buenas acciones, sus percepciones descubren y sus sentidos se expanden, y esas percepciones y sentidos disfrutan allí en el Jardín con lo que está acorde con su eternidad. El autor.]